viernes, enero 05, 2007

Bróccoli

Esta es la primera historia de una serie.
Me pidieron algo al estilo "novela negra" y resucité a un personaje que tenía dormido en la memoria. Sus aventuras empiezan aquí. No sé dónde irán a parar.
Estoy seguro solamente de una cosa: aunque sin pretender el dominio del género, como casi siempre en la "novela negra", el protagonista es un perdedor.


Bróccoli. Eso era!
Desde arriba, la maldita selva parecía una enorme plantación de bróccoli (si es que en algún lado hay una plantación de ésa especie de coliflor verde).
El avión ya estaba subiendo y pedazos de nube, como la nieve de lana de vidrio de los árboles de navidad, empezaban a aparecer sobre el verde apretado de abajo.
Jacuzzi Martínez miraba tenso por la ventanilla. Era su segundo vuelo.
El primero lo había llevado a ése lugar infame, lleno de bichos, calor y árboles.
El segundo lo regresaba a Lima. Más precisamente, al invierno de Lima.

Jacuzzi Martínez era italiano en todo salvo en los apellidos, el nombre y la nacionalidad.
En realidad se llamaba Florencio Martínez Castro, nacido en Huacho.
Desde que vió la serie de películas de Franco Nero, decidió ser italiano.
No se había perdido na. Frente al espejo de la casa paterna ensayaba poses, mascaba un cigarrillo y sacaba rapidísimo los imaginarios Colt Frontier.

Soñaba con Italia. El problema era que para él, Italia se reducía a un pueblo del oeste americano.
A su edad, doce años, resulaba difícil ubicarse en la geografía.
Sin embargo a punta de preguntas y visitas a la biblioteca logró hacerse una idea de Italia.

Es cierto que se desilusinó un poco al descubrir que los italianos no habían peleado nunca contra los Apaches, pero suplió la carencia con algunas historias leídas sobre los emperadores romanos y acerca del circo, tan diferente de aquél que venía por fiestas patrias cada año. Un circo donde los cristianos luchaban (era un decir) con leones, tigres y otros animales feroces.

El clímax llegó para Florencio cuando encontró a Ornella Muti, Mastroianni y a ésos italianos quevivían en la verdadera Italia y que pasaban por Huacho en copias rayadísimas, con pésimo sonido, pero maravillosamente itálicos.
Se enamoró de la Muti y copió gestos displicentes de Mastroianni. Empezó a hablar con un dejo que primero provocó extrañeza y luego risa.

Cumplidos los quince años decidió iniciar su viaje a Italia.
Primera escala, Lima. Allí ahorraría y un día subiría al avión que lo llevaría a Roma.
Hasta su nombre le sonaba ahora a italiano! Florencio debía venir de Florencia: "Firenze" decía él. No tenía muy claro el asunto, pero peor era nada.

Ya en Lima se hospedó donde su tía Asunción Castro, en Lince y empezó a buscar trabajo. Su suerte lo llevó hasta la panadería "Il panino" que necesitaba un triciclero repartidor.
Florencio Martínez agradeció su buena estrella y pedaleó durante un año, levantándose a las cuatro y guardando cuanta plata pudo.
Un día leyó un folleto. Allí ofrecían Jacuzzis. No entendió mucho, pero le gustó el nombre. Le sonó italianísimo y decidió adoptarlo. Desde entonces, Florencio pasó a ser Jacuzzi.
Como en "Il panino" le seguían diciendo Florencio, no tuvo más remedio que dejar el trabajo.
Su italianización avanzaba, pensó.

El segundo trabajo lo consiguió con un amigo que repartía pan por las tardes y que de paso hacía "bísnes" entregando ketes a domicilio.
Jacuzzi tenía que cobrar.
Como era alto y el año de pedaleo lo había entrenado poniéndolo casi atlético, resultaba perfecto para el trabajo. Además era "un poco cojudo" según "Chupón", su amigo, y no se le iba a ocurrir levantarse ni un yen.
"Chupón" repartía y Jacuzzi cobraba.

Empezó a ganar lo suficiente como para comprarse ropa con marcas que sonaban a italiano.
Cultivó el acento que le parecía adecuado para su personaje y dejaba caer alusiones a la mafia, como si él tuviera algo que ver.
"Chupón" se reía y Jacuzzi cobraba.

Un día a "Chupón" lo encontraron con dos balas adentro, el triciclo volteado y ningún kete a la vista.
Jacuzzi Martínez deseó con toda su alma ser Florencio, vivir en Huacho y no haber visto nunca ninguna película italiana. Desapareció del barrio.

Ahora volvía a Lima después de haber pasado dos horrorosos años en el brócoli, pero abajo, entre los tallos. Odiaba la selva. Allí tuvo que hacer de todo. Para empezar había perdido su ensayado acento mediterráneo.
Fue mozo en un cafetín infecto, vendió camisas en caseríos que quedaban a cinco días en canoa, se convirtió en comida para los zancudos, vió a las arañas cruzar orondas la carretera. Se emborrachó con guarapo y despertó sin plata, sin ropa y en plena lluvia. Pero como Franco Nero en las películas, sobrevivió.

El viaje a Italia había tenido una escala inesperada, pero no por eso terminaba allí.
Acabó trabajando río arriba, en una "caleta" pesando pasta. Hizo los amigos convenientes y los enemigos necesarios. Finalmente volvía a Lima. Con un encargo que lo tenía más nervioso que cuy en tómbola. Sin embargo, Jacuzzi Martínez no se iba a achicar.

El avión aterrizó y él bajó mezclado con los pasajeros. De la cinta de equipajes recogió el costalillo y la caja. El maletín colgaba del hombro y pesaba como la gran flauta.
Puso todo en el carrito. También el maletín. Entregó los tickets y siguió adelante. Pasó.
En la puerta se le acercó un moreno: "Taxi señor? Es de afuera, señor. Barato, vea" "Cuánto al centro, al hotel Mogollón?". "Treinta mister, solano usted". "vámonos, ayúdame con la caja y el costalillo".

Llegaron al centro. En el hotel alquiló un cuarto y pagó por adelantado; una vez cerrada la puerta se echó en la cama y respiró. En la pared había una mancha de humedad y la pantalla rosada que colgaba del alambre del centro de la habitación parecía una muñeca ahorcada.
Jacuzzi Martínez había dado el primer paso de su verdadero viaje.
Los mil dólares que le pagarían por traer la merca eran la cuota inicial de su sueño.
Sólo tenía que entregar los "juanes" a un tal Soto, que lo esperaría a la entrada del cine Alhambra ésa misma noche. Lo demás iría viniendo.

A las nueve tomó un taxi y se fué a hacer la entrega. En el cine, compró su entrada y se entretuvo mirando los afiches. Dentro del maletín que le colgaba del hombro había diez kilos de pasta envueltos en hojas y amarrados como "juanes".

A su lado se paró un gordito con pinta de maricón.
"Va a entrar?" le preguntó a Jacuzzi con un tono que a él le sonó a invitador. "Stoy a la spera di una bambina"dijo con su mejor cento italiano. "Yo soy Soto". Jacuzzi casi deja caer el maletín que en ése momento trataba de cambiar de hombro.
El gordito compró su entrada y se sentaron en la penúltima fila. El cine estaba casi desierto. Sólo había dos parejas y un par de tipos separados. Olía a guardado y a orines.

"Éste sobre es para usted, el maletín para mi, chequeémos". Jacuzzi abrió el sobre y contó mil dólares en billetes de veinte. El gordito hurgaba dentro del maletín. Se llevó un dedo a la nariz, olió y después se lo chupó. Levantó el maletín como pesándolo. "Está correcto", dijo con su tonito el gordito. "Completi tutti" , musitó Jacuzzi. El gordito salió cuando terminaban los títulos del principio.

Jacuzzi aguantó hasta la mitad de la película y casi corrió hacia la puerta.
El frío de la noche le pegó en la cara y Jacuzzi Martínez supo que ya no tenía regreso. Tpdo su camino era ahora hacia adelante.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ultimo comentario dejado en pospost: Para que todos sepan lo mezquino y falto de moral que es Fernando Obregón. Tiene la costumbre de ´robar´contenidos de los blogs peruanos. Lo último: hoy posteó sobre el retorno de paris hilton con el título de "Video: Paris llorando en su regreso a prisión", pero no puso el vídeo solo un link al site de TMZ.com. BlogdelaTele, se dio el trabajo de grabar el video de cnn y subirlo a la web para publicarlo. No pasó ni una hora y el Obregón ´robó' el vídeo de Blogdelatele, sin siquiera poner como referencia al blogdelatele. Es un copión roba contenido original. NO habría problema si fuera un tema que todos tocan, pero contenido propio no, eso lo delata como un blogger inescrupuloso y sólo ambicionando su buen rank para ganar bueno con adsense... pero gracias al trabajo de otros!!! PARA QUE TODOS LOS CONOZCAN Y NO LE REVIENTEN CUETES!!

manoleche dijo...

Recién veo el comentario. No comments. "Poor little things", decía mi buen amigo Lee Pavao.